jueves, agosto 05, 2004

HISTORIAS TRASTORNADAS VOL IV: LOS YIPPIES

«¡DEJADLO ESTAR!» gritaban los yippies. «La revolución no es la que creéis; no es ninguna organización a la que podáis pertenecer; no es aquello por lo que dais vuestro voto. La revolución es lo que hacéis desde la mañana hasta la noche; es vuestra forma de vivir».
El concepto de «yippie» se remonta a la fundación del YIP (Young International Party) en la Nochevieja de 1967-68. El concepto juega con el doble sentido en inglés de la palabra «party», que significa partido y fiesta. Hace referencia a una concepción de la politlca como happening psicodélico: «We are going to take the Pentagon and turn it into an LSD factory» (vamos a tomar el Pentágono y convertirlo en una fábrica de LSD). La Bay Area californiana fue la cuna de este movimiento. Aquí se unieron los beatniks, los hippies y la oposición estudiantil hasta conformar esa subcultura libertina de la que salieron los yippies. Como portavoces se hicieron conocidos sobre todo Abbie Hoffman (se suicidó en 1989) y Jerry Rubin (mutó ya en los años 70 en corredor de bolsa y murió en 1995 en un accidente de coche).
«los yippies son marxistas. Estamos en la tradición revolucionaria de Groucho, Chico, Harpo y Karl» (J. Rubin). Entre otras cosas, y por su adhesión a Harpo y Groucho Marx así como a John lennon, también fueron definidos como «marxistas-lennonistas» o como «groucho-marxistas».
Un ejemplo sorprendente de esto es el descrito por Abbie Hoffman bajo el lítulo «Media Freaking». Para una manifestación en Nueva York habian repartido siete galones de sangre en pequeñas bolsas de plástico entre las manifestantes. Armados asi, buscaron el enfrentamiento con la policía, y cuando los polícías empezaron a golpear a los manifestantes, éstos se rompieron rápidamente las bolsitas de sangre en la cabeza. Al mismo tiempo encendieron bombas de humo y se oyeron salvas de ametralladora de los radiocassetes que llevaban. Los paseantes se quedaban mirando la escena. Toda la plaza estaba llena de sangre. Abbie Hoffman estaba convencido de que estas imágenes dirian más y tendrían mayor efecto que algunas pancartas exigiendo el final de la guerra en Vietnam.

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