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Los tres textos, pertenecientes al mejor momento de la etapa surrealista de Aragon, revelan, cada uno a su manera, una intensa vivencia del erotismo, que se plasma en la creación de insólitas situaciones y de un lenguaje absolutamente renovador. De El coño de Irene en particular, publicado por primera vez clandestinamente en 1928, Albert Camus dijo que se trataba del más hermoso de los libros relacionados con el erotismo. En él, Aragon pasea su mirada indiscreta por un sórdido burdel de provincias, para centrarla a continuación en el personaje de Irene, una joven devoradora de hombres que impone a cuantos la rodean la ley de su deseo.
Toda buena colección de Erótica debe contar con un libro al menos del gran Pierre Louÿs.
Las tres hijas de su madre es quizás el más desconcertante de toda su obra erótica. Con transgresor desenfado, relata la meticulosa iniciación de tres hijas por su madre a la actividad sexual profesional, a sus excentricidades, sus manías y su vicios, desde su más tierna infancia hasta el encuentro con el narrador de esta novela, quien tiene la dicha de frecuentar asiduamente a esos cuatro seres, para quienes las cosas del sexo han dejado hace tiempo de ser tabú y que, por lo tanto, nos enseñan a recorrer las situaciones más escalofriantes con la ingenuidad y la naturalidad de un niño.
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