martes, febrero 22, 2005

DOCTOR GONZO Y SU PISTOLA

Nueva York, 21 de febrero. El escritor estadunidense Hunter S. Thompson, autor de libros como Miedo y asco en Las Vegas y creador del llamado periodismo ''gonzo'', se suicidió de un disparo en su casa de Colorado.
El cuerpo sin vida fue encontrado el pasado domingo por la noche con una herida de bala, por lo que las primeras investigaciones policiales concluyeron que se trató de un suicidio. Su mujer, Anita, había salido momentos antes de la residencia, cerca de Aspen.
Thompson, de 67 años, fue todo un icono de la contracultura estadunidense y considerado por algunos un escritor de referencia para entender el siglo XX.
El autor, cuyo cuerpo fue encontrado por uno de sus hijos, fue el creador, junto a Tom Wolfe y Gay Talese, del llamado nuevo periodismo, en concreto de lo que a él le gustaba denominar como periodismo ''gonzo'', en el que se mezclaban ficción y realidad.
Todo ello contado en primera persona, una técnica que lo convirtió en autor de culto, gracias también a su estilo satírico y violento.
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Hunter S. Thompson era un héroe. Un héroe pintoresco, que estas figuras no suelen ganar su fama viajando por el desierto de Nevada a bordo de un Cadillac blanco cargado de un Vademecum de drogas legales e ilegales rumbo a una convención antidroga de policías de condado. No es raro que, «a la altura de Barstow, al borde del desierto», Hunter Thompson comenzara a ver «el cielo lleno de lo que parecían enormes murciélagos negros que revoloteaban alrededor del coche». Lo raro es que pudiera contarlo.Thompson era un periodista como ni lo hay ni lo ha habido y también un disparatado narrador de batallas personales. Es fácil imaginar un fin de semana en su compañía con final de mandíbula y nervios desencajados por la risa y la tensión.En periodismo se han intentado todo tipo de técnicas, la mayor parte, incluso las del «nuevo periodismo» de los años sesenta, basadas en la «transparencia» del autor del texto.El cambio radical se produce cuando el periodista, el narrador, se sitúa a sí mismo en una situación extrema, en protagonista demenciado de la historia, el espejo imposible donde se reflejan únicamente los rasgos más delirantes del ambiente en que se mueve, sea una carrera de motos, la pesca del tiburón o la convención demócrata de 1972.
El encuentro entre un periodista politoxicómano en plena subida (LSD, éter, adrenocromo, ibogaína, mariahuana...) y los policías antidroga, revela cómo lo único delirante allí no es el drogado, sino también quienes aceptan como buena su descripción de cómo, en su ciudad, a los consumidores de droga se les cortan los pulgares o cosas peores. El viaje de Thompson es un viaje por la estupidez humana y ése es un trayecto largo y difícil de resistir si no es en un estado anímico especial, bien de estoicismo budista, bien de exaltación dopada.Sin embargo, todo esto no son sólo risas. En el fondo de sus escritos lo que late es una profunda melancolía. Es haber comprendido que el «sueño americano» se había convertido en una pesadila. Tal vez es que ese sueño nunca existió, pero Hunter S. Thompson creía en él.

1 comentario:

trastorned dijo...

joderrr, habra que hacerle un pequeño y humilde homenaje, yo pongo el keli, el peri el dvd y.........quien lleva las drogasss???