domingo, diciembre 26, 2004

TABLETOM

Tabletom cumple más o menos 25 años. Uno menos desde la edición de su primer disco, dos más desde que empezaron los hermanos Perico y Pepe Ramírez y Roberto González a juntarse musicalmente sobre un escenario. En ese tiempo, cinco discos: Mezclalina (RCA, 1978), Inoxidable (NM, 1990), Vivitos... y coleando (Antequera Records, 1996), La parte chunga (NM, 1998) y su nuevo trabajo, también con Nuevos Medios, 7000 kilos. Nunca han tenido lo que se llama un éxito. De hecho, la canción que más derechos de autor les ha generado –Me estoy quitando, un homenaje a Camarón todo un himno en su ciudad: Málaga– fue conocida fuera del círculo tabletero gracias a que Extremoduro la grabó en el disco Agila. Eso sí, en su ciudad son una institución transgeneracional, epítome de la esencia de lo malaguita, extraña mezcla de una generación que buscó conocimento en las drogas, pero que no les gustaron tanto las carreras de caballos y en general, correr, cuando había tanta carne, letra, música, guasa, sol y sombra que celebrar alrededor. Una generación, entre los cincuenta y tantos y cuarenta y tantos, que heredó del pasado árabe de su tierra cierta capacidad de virtuosismo indolente, contemplación y mucha guasa. Gente que en los albores del turismo aprendió a convivir con gitanitos, morenos, rubios –rubias, sobre todo-, moros, cancos y cristianos. Y que escuchaban mucha, mucha, música en los sesenta y setenta. Vacilones, listos, individualistas, leales, jipis, canallas y fieles en la tolerancia del dios cáñamo: así los tabletones. Entre ciertos músicos que no han perdido la memoria, gozan de tanta simpatía como reconocimiento musical: Kiko Veneno, Raimundo Amador, Extremoduro, Carles Benavent, Jorge Pardo, Danza Invisible, Albert Pla alaban su autenticidad y de sus cualidades musicales: la voz única de Roberto, guitarras virtuosas, contundencia, metales a lo Morrison, letras divertidas e irónicas...
Ahora, cuando acaba de salir a la calle su 7000 kilos, el disco mejor producido de su peculiar carrera discográfica, y Nuevos Medios medita si remasterizar los anteriores, resulta que están llenando sus conciertos. El día 13 de julio los espera el Espárrago en Jerez. Esta tarde nos vamos a sentar a charlar en una tetería con Perico –compositor y guitarrista del grupo– y Roberto González, Roberto. Falta Pepe, el tercero.

-Bueno, Pepe no viene, ¿pero vendrá Roberto, Perico?
-Yo lo voy a llamar a ver si lo localizo. Coño, que tiene hasta un móvil...
Lo nunca visto. Antes de la hora, ya está Roberto allí, con una amiga. Su Mahou sobre la mesa. Una chica al otro lado que podía ser su hija, que también es amiga de la señora Mahou. Roberto es el alma de Tabletom: gurú malgre lui, activista cannabinófilo, buena gente, amante de los juegos de palabras, letrista inspirado y un cantante imposible al que más de dos veces no han querido dejar entrar en los hoteles cuando la banda iba de gira por sus pintas. Para entendernos, Roberto es a Málaga lo que Silvio era a Sevilla. Ya he escrito en otras ocasiones que su apariencia es una mezcla entre cartonero y personaje de Tolkien. Metro cincuenta, barbas canas y engreñadas, perfil de alcayata, vacilón, media dentadura olvidada en el camino, una nariz imposible, risa franca y un manojo de grajos entre los pólipos vocales, que parecen patrocinados por el hermano canijo de Tom Waits. Se ha pintado las uñas a lo glam.
-¡Gary Glitter! ¡Cómo lo sabe...! ¿Tú sabes lo que nosotros tenemos? ¡Resistensia!
Llega Perico maqueao. Parece un pincel marcando paquete: camiseta blanca, pantalón de lino y melena rizada de los setenta. Acaba de hacer exámenes a sus alumnos de guitarra de un conservatorio de Málaga. Dentro de nada le dan la cátedra. Su hermano Pepe, que tocó muchas veces con Camarón y podría medirse en virtuosismo con Ian Anderson español, es también profesor de flauta en el conservatorio. Durante sus 25 años de guerra, por Tabletom han pasado muchos músicos: Jesús Martín, Javier Denis, Agustín Carrillo, Augusto Jurado, Teo González, Lito, Manolo Arrabal, Javier Montero, Toni Romero, Toni Jurado, Carlos Becerra, Paco Peña (productor del nuevo disco)... Pero tabletom-tabletom son sólo tres: los dos hermanos virtuosos de sus instrumentos y la increíble presencia de Roberto, el pirata, el de la patente de corso, el que nadie sabe cómo es que canta, ni si es cantar lo que hace como nadie.
Bromas sobre managers. “Los managers son casi siempre de Huerva”, parafrasea Roberto aquella murga-pasodoble agitanada de sus compinches de generación Pata Negra. Vamos a no hablar de managers, vaya a ser que se nos amargue la tarde. Han estado en Valencia (El Loco Mateo), en Madrid (festival Flamenco Pa’Tós que organiza Gomaespuma), en Málaga (Sala Metropol), en Granada (sala Príncipe). Han triunfado.
Perico: No nos lo esperábamos. ¡Si nosotros hemos sido el grupo más tirao de España! En Granada, reventón, y en Valencia, a tope. Ya habíamos estado dos veces antes... Pero vamos, con ocho personas. Y ahora, de puta madre, la gente cantando los temas...
Efeeme: ¿Los nuevos también?
Perico: Yo me quedé alucinao. Venían con los discos en la mano. Hasta el Mezclalina, que no lo tengo ni yo, para que se lo firmáramos. De escándalo...
(Pasa una chavala espectacular. Vamos, se comenta la situación).
Efeeme: Supongo que vosotros os metisteis en esto del rock para follar...
P: Como todo el mundo. Todo el mundo hace todo para lo mismo. Te metas en lo que te metas. Vamos a dejarnos de chalauras... Hombre te gusta tocar, porque te gusta.
Roberto: Pero lo que más te gusta tocar es lo que menos tocas...
P: Vamos a dejar el sexo y a hablar un poco de rocanrol.
E: De todas formas, éste disco os ha salido muy reggae, ¿no?
P: ¿Un reggae hay, no?
E: Sí, pero la cadencia es jamaicana... Y el bosque de maría de la portada, no te digo.
P: Es que éste (por Roberto) fuma tanto y hay tanto olor a marihuana que si metemos el 3 x 4, nos cruzamos tocando y no es plan. Pero hay mucha variedad: hay temas como Marina, Guadalmedina, Chiquinha Gonzaga que no están en ese rollo que dices...
E: Tenéis dos colaboraciones de cantantes [estaba previsto Diego Carrasco, pero al final no salió]: Robe Iniesta y Kutxi Romero.
P: Lo de Robe venía porque grabó en su día Me estoy quitando. Y el otro chaval, fue una sorpresa. Es un fan nuestro, muy joven, de Pamplona, muy comprometido, que canta en plan Roberto y tiene pinta de buena gente y escribe de puta madre.
E: ¿Y eso de la piratería y la crisis de la industria?
P: Eso es un rollo patatero. Siempre lo hemos grabao tó. Antes con los cassettes también se iba a acabar el vinilo y fue la industria la que lo quitó de enmedio. Los discos nos los comprábamos cuando eran muy buenos y merecían la pena. Y cuando había dinero. A mí que se hundan las discográficas gordas me da igual, para lo que me dan... Prefiero que me pirateen, que escuchen mi música y vengan a mis conciertos.
Roberto: Hay que piratearlo tó...
P: Una vez vino a recogerme al conservatorio y entró un niño a clase diciendo “¡profesor, ahí hay un náufrago!”. Y era el Roberto, el pirata, el patapalo. ¡La leshe!
R: Yo le voy a robar un tema a los Rolling Stones. Se llama “I can’t get no satisfacción”. Y dise (aire aflamencao, voz de mil cazallas): “Aaay, yo no tengo satisfacción, y lo intento, lo intento, lo intento, lo intento, lo intento, lo intento, to los días lo intennnto, pero yo no encuennntro, aaay, satisfasión”.
E: Roberto, tú que tienes más leyenda que El Lute antiguo, ¿has trabajado alguna vez?
R: Bueno, estuve en el Banesto. Pero lo único que hacía era descansar, detrás del mostrador, de auxiliar administrativo. Pero duré muy poco, porque no me pelaba...
P: Pero eso tiene que ser... Si yo te conocí en el 75, que ya venías con una cara de colgao de Holanda tu trabajarías en el 70 un día o dos... Yo me acuerdo cuando lo conocí allí en la casa del campo, que me dio a probar esas cosas que traía. Y yo, un chavalito, me dije: “no me separo de este tío, vamos”...
E: El te inició...
P: El fue el culpable.... (Roberto se descojona). Mi padre todavía lo quiere matar. Es que no veas cómo nos conocimos nosotros. Un anuncio en el periódico que decía: “se necesita guitarrista”. Eran un grupo de Gibraltar. Y hago las pruebas y me cogen. Yo era un chaval. Pusieron otro anuncio para un cantante. Y aparece éste. Y yo mismo les decía a los guiris: “¿este tío cómo va ser el cantante de un grupo serio? De batería todavía...”. Pero el mamón cogió el micrófono y nos quedamos cuajaos... Porque en aquella época cantaba por derecho, no como ahora. Cantaba unos temas de Deep Purple... Y entró.
E: ¿Cómo se llamaba el grupo?
P: The glass world creation. Creación en la guerra del vidrio. Ya ves el punto...
E: Ésos también habían estado en Holanda...
P: Iban de Gary Glitter... Imagínate a Roberto y a mí con unos tacones así...
R: Qué grasia tenían. De pronto, ya sabes como son los llanitos [mote con que se conoce a los habitantes del campo de Gibraltar], te están hablando en inglés y de repente, “quillo, quita los shoes de ahí”. Y con los tripis, alucinando...
P: Vivíamos en un camping. Tenían unos amplificadores y unos cacharros que sólo se veían en las pelis de Ritchie Blackmore y Jimmy Hendrix. Te cagas. Eran malos con alevosía. Pero tenían un equipo... Y encima nos salían un huevo de galas en la costa.
E: ¿Y qué tocabais?
P: Pues pachanga... Eso sí, con el traje de Gary Glitter.
R: Primero el Bimbó y luego un tema de Deep Purple. Alusinante por tos laos. Metimos otro cantante que en plan Francisco y yo me puse al órgano con tres acordes y coros.
E: ¿Tu hermano Pepe no estaba aún con vosotros?
P: Era muy chico. Él iba por ahí a vernos. Pero al año siguiente ya nos fuimos los tres con Roberto a una casa que él tenía en Campanillas, en el campo.
E: Osea, que tuvisteis vuestro tiempo de comuna...
P: Bueeeno... Y allí nos entró la secreta de Torremolinos que eran los Starky y Hutch del momento. Estábamos allí tiraíllos en la huerta cuando nos encontramos una pipa en la cabeza y unos tíos gritando “¡a ver, el laboratorio de ácido!”. Se había corrido tanto la voz de los colocones que nos cogíamos, que los tíos se creían que teníamos allí un imperio de la droga. Nos partimos de risa con la pasma. Un policía le dijo a Roberto: “¿ah, con que el grupo se llama Tabletom? Eso tiene que ver con el hachís”. Y éste le dice: “no, un momento. Es que está en inglés. Tab let on: Deja la oreja encendida [en realidad tab es lengüeta, pero da lo mismo]. De pronto se dieron cuenta de que allí ni había un duro, ni laboratorio de tripis, y que teníamos una guasa máxima... Y vivimos así unos tres años, que venía toda la gente de Andalucía triposa, hasta el Camarón, que no quería pagar los tripis, qué mamón. Hasta que fuimos a grabar Mezclalina.
E: Fue Ricardo Pachón [al que le han dedicado este 7000 kilos] a buscaros.
P: Sí. Y nos llevó a Sevilla para convencernos de que grabáramos y allí conocimos al Kiko, a los de Pata Negra. Y todos flipamos con todos.
E: Mezclalina se grabó ni más ni menos que con RCA.
R: A nosotros nos gustaba porque era la misma compañía donde había grabado Elvis Presley. Veníamos del campo, de la comuna, a meternos en Madrid en unos sitios a grabar que yo les llamaba Estudio Estadio de lo grandes que eran.
P: Bueno... De pronto el Hotel Cuzco, en Madrid, con saunas. Pero la verdad es que a pesar de lo jóvenes que éramos [Perico tiene 43, su hermano, dos menos, Roberto, 51] y la miseria que había entonces, no se nos subió a la parra nada, de verdad.
E: ¿Cuál fue vuestra primera canción como Tabletom?
P: La primera no la grabamos. Se llamaba Alcaloide. La primera grabada, Mezclalina.
R: Hay una pila de canciones que no están grabadas. Todas las del dúo que formamos Perico y yo, Rudo e Histerio, cuando estábamos en el campo sin saber qué hacer.
E: Lo que más llama la atención es cómo un grupo sin éxitos, tan anárquico y con tantos parones en su carrera, es capaz de reunir, como pasó en el concierto de diciembre del 95 en la discoteca de Málaga Luna Pincho [que se recogió en el disco Vivitos y coleando donde también hicieron apariciones estelares Javier Ojeda de Danza Invisible y Raimundo Amador, además de antiguos músicos del primer Tabletom] a casi 4000 personas. Y muchas eran familias enteras de seguidores. Hijos de los setenta que ya se traían a sus hijos y los hermanos mayores de éstos. Fumando canutos en familia...
R: Lo de las tres generaciones es verdad. Y sigue pasando.
P: Es que somos gente con muchos armónicos por decirlo en términos musicales. Y del mismo modo que a mí o a mi hermano, la gente en alguna época nos ha asociado al Proyecto Hombre, que no es así, pues resulta que somos profesores del conservatorio, que hemos sacado una cátedra en nuestro trabajo. Incluso yo he sido boxeador. Y he ganado dinero con eso. Kid Ramírez, me llamaba. Vamos que no entramos en la definición de estos tíos se colocan mucho y sólo saben hacer un concierto de vez en cuando. Yo tengo 43 años y no estoy en absoluto hecho polvo ni mental ni físicamente.
Somos una gente que aparte de haber llevado todas las juergas del mundo pa’lante, hemos conservado una disciplina férrea con nuestro instrumento, siempre nos hemos considerado músicos en serio.
(Llegan unos músicos callejeros. Acordeón, caja de ritmos y violín: Autumn Leaves).
E: ¿Habrá padres de vuestros alumnos que os conozcan?
P: De pronto te ves a alguien que ya tiene una calva y una barriga considerable trayendo al niño y diciéndote “yo os ví hace 25 años, joder estás igual que antes”. Yo no sé si será el whisky o los canutos... Tanto que hablan que es malo, a mí me sientan muy bien.
E: Además mantenéis una gran coherencia y originalidad creativa. Es curioso que, con los músicos que han pasado por el grupo, siempre ha sonado básicamente igual.
P: Yo no debería decirlo, pero el sello que tiene Tabletom, original, absolutamente nuestro, que está claro desde el primer tema que hicimos, esa mezcla de todos los estilos que nos gustan, nadie lo tiene España ahora mismo. Hay grupos donde tocan buenos músicos. Y estos músicos suelen ser instrumentistas virtuosos y magníficos pero rara vez son compositores. Y luego está el sentido del humor, la ironía. Por eso a veces pienso que no sé qué están esperando para que ganemos algo de dinero con el grupo.
E: ¿Creéis que si hubieseis tenido éxito, buenos managers, habríais podido aguantar el tirón? Porque vuestros caracteres también tienen miga...
P: Pues la verdad es que sí. Llega un momento donde dices que te quiten lo bailao. Que prefieres morirte con la autenticidad, antes que aguantar una fatiga con premio de éxito. Pero tampoco hablo de Operación Triunfo... Yo confío que nuestro nivel de popularidad podría haber estado en la línea de un Extremoduro. Sólo por tener más medios para hacer nuestra música, que es muy duro sin tener galas, ni local. Y poder tener un lugar de actuación al nivel técnico que nosotros podemos dar.
Roberto: El negocio es la negación del ocio. Nosotros somos el ocio, la imaginación, la tranquilidad, la música, darlo tó. Si hubiéramos triunfado lo mismo perdemos el alma.
P: Pero lo que yo tampoco veo normal es que un grupo como Tabletom esté como estamos. Porque Roberto, tú serás como seas, pero a tí te arrastramos Pepe y yo, y ahí que te pones. Y es que yo me considero profesional y no falto a una cita. No hemos pasado por el aro, vale. Pero es que pocos aros nos han puesto y los que nos han puesto han sido tan estúpidos que no merecían la pena...
E: ¿Y con la que os ha hecho pasar a veces Roberto, que se quitaba de en medio y no aparecía, nunca os habéis planteado sustituirle? Aunque sea para picarle...
R: ¿Pero dónde van a encontrar a uno más feo que yo?
P: Roberto en Tabletom es insustituible... Alguna vez montamos mi hermano y yo un grupo instrumental, Los Ramírez Brothers, para poder tocar otras cosas. Lo que sí hemos decidido es cantar más, para que cuando se le olvide a Roberto la letra.
(El grupo callejero ya va por el Tiko-Tiko).
R: Esos tíos son buenísimos... Darle argo...
E: Bueno, hablemos del disco nuevo.
P: Mira a mi entender, todos los discos nuestros tienen unos temas que te cagas. Aunque hayan sido grabados con mínimos medios. Y éste por fin tiene un sonido decente. Aunque musicalmente tiene complicaciones, uno de la radio puede cogerlo y ponerlo. Además el hecho de meter coros cachondos permiten que la gente cante. Es que cuando iba a la playa de jovencillo con las niñas y me pedían ‘toca una de Tabletom’, no había manera de cantarla. ¿Cómo se cantaba un tema de Tabletom?
E: Hay algo que me gustaría resaltar: las magníficas letras que vais metiendo disco a disco de Juan Miguel González, autor de temas como Tango, La parte chunga, La del manojo de cuervos, y en éste de Guadalmedina, El reggae del amor (a medias con Roberto), No tengo ná o Sierra de Ronda. Es un poeta malagueño poco conocido, con un espíritu acorde al vuestro: es culto pero no pedante, mezcla a Rubén Darío con el loco del barrio y es un versificador fabuloso.
P: Cada vez las metemos más por dos razones. Porque son buenísimas y porque Roberto está cada día más perro. Pero las letras de Roberto son la hostia. Déjate ahí Pescaíto frito, El Vampiro o Tipos duros.
E: ¿Por qué no hacéis un disco con amiguetes? Gente como Albert Pla, el mismo Sabina, Kiko Veneno, Diego Carrasco... son gente con la que conectaríais muy bien.
P: Se está hablando... Y Rosario, Rosendo, Robe. Me gustaría por muchas razones. Aparte de que te van a conocer más, claro.
E: Otra de vuestras cualidades es haberos instalado desde el principio en eso que más tarde se llama fusión o mestizaje: rock, reggae, rythm & blues, jazz progresivo...
P: Ya nuestro primer disco se llamaba Mezclalina. Y aunque todo el mundo lo tomó por mezcalina, que ahí estaba, lo que tenía que ver era con la mezcla. Porque todo lo que nos gusta está mezclado: el tabaco con su aliño, la música, las ideas, las culturas, las razas... Nosotros hemos mamao siempre de todos los lados.
E: Pero hubo un tiempo que os llamaron rock andaluz.
P: Menos rock andaluz que nosotros, pocos. Además que, respetando lo primero de Triana, el resto nunca nos ha interesado. Hay además tanta catetez que se vende como ‘lo andaluz’, esa turba rociera y pantojera, que ya está bien, hombre.
E: Quizá el disco que tiene que ver más con vosotros fue el primero de Veneno. No sólo por las alusiones a las drogas y el espíritu jipi, sino por esa mezcla entre músicas –flamenco y blues allí en ellos– y letras surreales y liberadas que introducían lo popular.
P: Y además salieron casi a la vez. Totalmente de acuerdo. Nosotros en vez del blues y el flamenco andábamos con Van der Graaf Generation, Peter Hamill, Genesis...
E: Y Soft Machine. Creo que vuestros desarrollos musicales tenían allí un origen.
P: Hemos mamao mucho de Soft Machine y de Gong. Los que más.
E: Después está el flamenco. Aunque individualmente como músicos hayáis tenido que ver, Tabletom nunca se ha relacionado musicalmente con el flamenco.
P: Totalmente. Y es que hasta que no llegó Paco de Lucía y empezó a tirar para el jazz y la fusión, a mí no me interesaba el flamenco. Yo escuchaba a un Pepe Menese y veía a un tío dando gritos. Yo es que me crié en una casa donde se escuchaba música clásica.
E: Ahora los grupos han vuelto sus ojos a los setenta.
P: Ahora es cuando el ciclo ha vuelto a nosotros. Se ve en los públicos, el interés y las pintas. Por ejemplo en los 80 eso no se veía. Ahí pasamos una mala racha. Con La Movida no nos comimos ná de ná, no encajábamos en ningún lado. Llegamos a parar el grupo y nos convertimos en Rockberto y Los Castigos para tocar en un bar que montamos que fue un fracaso total. A veces Roberto venía tan borracho que entonces les poníamos Rockberto y Los penaltis, y todo el mundo entendía lo del máximo castigo. Tocábamos como músicos en orquestas, con rollos jazzeros, cosas de swing y bossa nova. Y con mi hermana Carmen, que canta de puta madre y está en el coro de la ópera. Así hasta el 89 que volvimos a Tabletom. Hicimos Inoxidable. Se lo mandamos a Ricardo Pachón. De ahí pasó a Nuevos Medios y hasta ahora. Sí, es un momento dulce. Ya hemos logrado una madurez en la banda, una disciplina, músicos magníficos, un sonido bueno... Y quien quiera drogarse que lo haga para tocar bien y estar a sus hora, si no, que lo deje. Tabletom siempre hemos sido gente que sabemos drogarnos.
(La conversación sigue el aroma de la tarde que cae. Perico le dice a la amiga de Roberto que las tías no pueden ir de gira con Tabletom. El trío callejero se ha marchado. Roberto ríe y ríe. Picasso nació cerca de aquí hace 121 años. Uno se acuerda de la letra de Tango: “¿para qué tanto cuidado capilar?/ ¡Poeta menos moños! Me dicen rubicundas al pasar/ la hojas del otoño. ¿Do fueron los Gardel y los eventos?/ Perchelero farol? ¿Qué fueron de aquellos Paco Gento,/ se interna, centra y gol?”. O la de Tipos duros, de Roberto, “Hay quien toma y toma pastillas de goma y no son pa la tos/ y hay quien toma y toma y con solo el aroma ya pasan de tó./ Seguro que hay un conjuro y de esta locura yo ya no me curo./ ¡Que no! ¡Que no!).

1 comentario:

Aviator dijo...

El autobombo narcisista dell tal Perico es el hilo conductor del monologo...!vaya pajote infinito!!